Nos encontramos ante un drama frío, que por suerte, no satisfará las expectativas de los que busquen una catarsis lacrimógena cómo la que provocaba “Las 13 rosas”, pero que aún así no consigue escapar de los tópicos del cine español que nos habla sobre la guerra y la posguerra española.
Madrid, 1940. Pepita (María León) llega a la capital para poder estar cerca de su hermana, Hortensia (Inma Cuesta), presa en la cárcel de Ventas. ¿Conseguirá el cine español en algún momento abandonar o, cuando menos, relajar su tendencia a rodar una y otra vez películas dramáticas con la Guerra Civil de trasfondo? Parece ser que no, visto lo visto, ya que “La voz dormida”, adaptación de la novela homónima de Dulce Chacón dirigida por Benito Zambrano, entró en la ternade preselcción para el Oscar® para ser finalmente desbancada por una prima hermana con menos posibilidades que sus dos competidoras en la terna, la notable “Pa negre (Pan negro)”.
«Las cárceles y las fosas están llenas de gente que nunca tuvo ideas políticas». Zambrano, también al libreto junto a Ignacio del Moral, filma con su habitual academicismo formal y estilístico, sin salirse un ápice de los puntos establecidos en términos de emoción dramática y narrativa. En este aspecto la película es intachable, pero ésta perfección academicista se convierte en su mayor virtud y en su mayor defecto, ya que el director no toma ningún riesgo en éste aspecto, con lo cual nos encontramos ante una película bien narrada y compuesta pero nada arriesgada.
La película hace gala de una impecable fotografía y una disposición pictórica, casi enfermiza de los elementos de cada plano, de cada secuencia, de cada espacio.
El principal problema al que ha de hacer frente “La voz dormida”, más allá de que no puede evitar caer en el panfletarismo de base, viene precisamente derivado de la frialdad de su puesta en escena, que termina por resultar monótona a lo largo de sus dos horas de metraje.
Lo más destacable es el estupendo trabajo de María León e Inma Cuesta, intérpretes que por su poco bagaje previo marcan un considerable riesgo por parte del cineasta, que cómo ya pudimos ver en “Solas” es un gran director de actrices; el buen elenco de secundarias (Ana Wagener, Berta Ojea, Lola Casamayor, Susi Sánchez…) no se queda atrás, conformando un potente grupo humano de mujeres a ambos lados de una línea definida sin sentido ni miramientos por el espanto de lo que nunca debió suceder.
En fin, una película sobre la posguerra mucho mejor que algunos de los ejemplos que se han dado en los últimos tiempos, pero al fin y al cabo más de lo mismo para un género que el público español tiene cruzado.
Nota: 6,5/10
Vi la película y me gusto mucho. Y, al no ser lacrimógena y al transmitir mucha dureza, me pareció también muy real. En esa época, con tantas injusticias, la gente aceptaba más fácil un destino implacable. Yo le daría un 7,5 por lo menos.
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